Tardé muchos años en descubrir el pollo a l’ast. No sé…verlos girar en esos palos me daba un poco de asquete. Pero un día dije, esto a mi me tiene que gustar ¡con lo rico que es el pollo! Así que compré uno en una tienda de mi barrio y…. ¡vaya descubrimiento! Por eso cuando supe de la existencia del restaurante A Pluma, no tardé en reservar mesa.
No te esperes un sitio elegante, ni con nombres aristocráticos en los platos. Su carta es corta y básica, pero centrada en lo que saben hacer. Y te aseguro que no hace falta más. A Pluma es la idea de Eugeni Diego, ex cocinero de El Bulli, que quiso crear un restaurante especializado en pollos a l’ast, que se pueden disfrutar en el local o llevar para casa.
El ritmo frenético del restaurante se ve condicionado por la falta de espacio y la cantidad de gente que espera a sentarse o a llevarse su pollo a casa. Han abierto hace poco y el local ya se les queda pequeño. Aunque tienen dos más, uno en Gràcia y otro en el Born, que no han hecho sino reafirmar su éxito.
Nuestra comida en el restaurante A Pluma
Nosotros visitamos el A Pluma de la calle Santaló, un local pequeño y acristalado que se deja delatar desde lejos por su olorcito a pollo asado y por la cola de gente que sale fuera de la puerta.
En la carta hay cuatro entrantes: una ensalada de tomate, la berenjena con salsa miso, los pimientos asados y la escalivada. Después de ver los enormes tomates en el mostrador, elegimos la ensalada. ¡Qué tomates más maravillosos por favor! Los sirven a trozos, sin piel, bien aliñados y con tiras de cebollino.
La acompañamos con unas croquetas de pollo, cremosísimas en el interior y ligeramente crujientes por fuera. Sabor casero, de las de abuela, no digo más.
Después llegó el protagonista, el pollo. Yo pedí el plato clásico, medio pollo a l’ast con patatas asadas, que se elaboran aprovechando el jugo del pollo, en la misma máquina donde tuestan las aves. De los mejores pollos que he probado nunca, con una salsa que es espectacular. La carne tiene un sabor especial porque es de una raza concreta, el pollo «groc catalá». Se nota la diferencia desde el primer momento.
Mi acompañante apostó por un plato más innovador, el pollo con mole poblano. El mole es una salsa elaborada con cacao y frutos secos, y aunque a mí no me fascina mucho esta versión estaba realmente rica. La sirven con unas mazorcas de maíz braseadas, para hacer más mexicano el plato, la verdad es que estaba buenísimo.
No pedimos postre, ninguno nos llamó la atención, pero no hace falta. Prefiero quedarme con el sabor del pollo en el paladar, una maravilla.
Hay que resaltar el ritmo frenético del personal, unos cracks. Cocinan, atienden al personal, preparan las bolsas de take away, cogen el teléfono… ¡uff! Y encima son amables y te sirven con una sonrisa de oreja a oreja. Hasta abrieron el horno para que hiciese una buena foto en cuanto me vieron con la cámara. Sinceramente, ¡un 10!
Otro local de pollos a l’ast, cocidos a la leña, que vale la pena probar es Can Pollastre (C/Villarroel, 136, Barcelona).
Me lo apunto para cuando vuelva a Barcelona!
Pues si os gusta el pollo a l’ast tenéis que probar EL RELICARIO 2.0 de Lloret de Mar, el mejor pollo a l’ast de leña con diferencia.