Sant Martí, un restaurante familiar y honesto para amar la comida mediterránea

«El barrio de Sant Martí es como el triángulo de las Bermudas, una zona a la que nadie se acerca a menos que sepas a lo que vas». Nos lo dijo la dueña del restaurant Sant Martí, que lleva 15 años dando lo mejor de sí, ofreciendo platos mediterráneos que mezclan tradición y vanguardia.

Un lugar por el que merece la pena desplazarse para disfrutar de su comida, su ambiente familiar y su encantadora amabilidad. Porque el restaurante Sant Martí es de los que llegan y se quedan, con la ilusión de superarse cada día. Y eso lo transmite todo el personal, siempre sonriente y de lo más amable que he encontrado en Barcelona.

Nuestra comida en el Restaurante Sant Martí

Producto local, cocina tradicional y recetas innovadoras. Son los tres elementos que destacan en su filosofía. Y lo verás desde los entrantes a los postres, con platos como las alcachofas confitadas con huevos de codorniz o los buñuelos de berenjena. Esto fue lo que nosotros elegimos…

De entrante empezamos con su ensaladilla rusa casera, muy buena y sin exceso de patata, como suele pasar muchas veces; una terrina de foie mi cuit con trufa al Oporto y el tartar de aguacate con langostino, tomate y rúcula. Los tres buenísimos, y me quedé con ganas de probar muchas otras cosas: las vieiras con crema de hinojo y salsa dulce de vino; la cajita de pescaditos con lima o los calamares frescos a la andaluza con mayonesa de lima y wasabi. Habrá que volver…

Como platos principales en su carta encontrarás un interesante apartado de arroces, carnes, pescados y también platos para niños. Nosotros elegimos la carrillera de ternera con cebollas al vino tinto, patatas con mantequilla y salsa de rustido. Una ración generosísima, que no pudimos ni terminarnos (había que dejar sitio para el postre).

Y también este suquet de rape, langostinos y almejas, que llegó humeante en una cacerola. El pescado estaba ligeramente rebozado y jugoso gracias al caldo del suquet. Una maravilla de plato.

Cuando de postre optamos por la cheesecake, el camarero nos advirtió que no era una tarta de queso típica, sino que era deconstruída. Nos encanta la cheesecake en cualquier formato, así que no había problema. Y llegó este platazo de foto, con los ingredientes de una cheesecake por separado, que nos hizo disfrutar del postre de una manera diferente. ¡Buenísima!

Aunque es complicado quedarse sólo con un postre. Encontrarás tentaciones como las milhojas con fresas, azúcar glas y sorbete de frambuesa o el tiramisú tradicional con helado de café. Y para los más golosos, el brownie de chocolate tibio con crema helada de vainilla con nueces, nata y salsa de chocolate.

Si quieres ir entre semana verás que tienen un menú diario muy interesante, un menú especial de jueves noche y completos menús de grupo. También menús especiales para niños.

Veredicto del Restaurante Sant Martí

Es un restaurante por el que merece la pena cruzar la ciudad. El lleno total de sus mesas lo corrobora, un ambiente familiar y acogedor de gente que sabe valorar su buena comida.

Con la carta tan variada que tienen, es el típico sitio al que te apetece volver para probar más cosas. Ir sólo una vez te deja con ganas de más.

La presentación de los platos es impecable, propuestas tradicionales pero con un toque vanguardista, y todo delicioso. Pero sin duda una de las mejores cosas es la amabilidad de todo el personal, que sirve las mesas sin descanso pero atendiendo con cariño a cada comensal. ¡Desde luego un restaurante para volver!