O Sendeiro, cocina gallega moderna e irresistible en Santiago de Compostela

Una casa de piedra con más de 300 años de antigüedad fue el lugar elegido para empezar la aventura gastronómica del restaurante o Sendeiro, el sueño de Sergio Delpont y Alberto Fernández dos amigos de toda la vida. Tras trabajar durante años en diferentes proyectos de restauración decidieron volver a juntar sus caminos y fundar este encantador lugar.

Lo que antes fue un taller para curtir pieles, hoy es un templo del buen comer, donde podrás disfrutar de algunos de los iconos de la gastronomía gallega. Su carta apuesta por la cocina gallega de temporada con un toque de autor: pescados y carnes de procedencia gallga, mariscos, ensaladas, arroces y postres caseros.

Nuestra comida en el Restaurante O Sendeiro

Fuimos en familia, éramos 6, y nos pusieron en un salón aparte muy acogedor. En el restaurante hay, de hecho, tres salones que se pueden reservar para grupos, eventos o celebraciones familiares e incluso ofrecen menús específicos para grupos.

Para empezar pedimos las zamburiñas aderezadas con aceite, ajo y perejil, una suave salsa que dejan que la materia prima hable por sí sola. Y también las originales croquetas de chorizo y castaña de Quiroga, donde contrasta el dulzor de la castaña pilonga y el ahumado del chorizo de Quiroga. ¡Súper recomendables!

Uno de los platos principales que pedimos fue esta merluza al Albariño, acompañada de una clásica salsa de albariño y unas verduritas salteadas con salsa teriyaki. Nos encantó, el pescado estaba realmente jugoso y la salsa le aportaba suavidad sin disfrazar el sabor natural del pescado.

También elegimos la croca de ternera gallega a la plancha, con piezas seleccionadas de reses de la comarca de Santiago. Una carne muy tierna y sabrosa, presentada sobre una cama de patatas y con un chutney casero de tomate.

De postre pedimos esta deliciosa tarta de queso y chocolate blanco con mermelada de mirabeles. Muy cremosa y suave, una delicia. En la carta podrás encontrar otras opciones como el brownie con crema de café y helado de avellana, la crema inglesa con cacahuete y avellana o las tejas de merengue deshidratado, sobre flan de limón y sopa de manzana y acedera roja.

Nos encantó cada uno de los platos, además de que el local y el entorno son muy especiales. El personal fue muy amable ya que uno de nosotros sufre una intolerancia y en todo momento preguntaron para asegurar que podíamos comer todos los platos.

¡Un sitio para repetir, desde luego!