ACTUALIZACIÓN: ESTE RESTAURANTE HA CERRADO
La comida rusa era totalmente desconocida para mí. No la asociaba más que con la ensaladilla rusa, el vodka y poco más. Hasta que supe de la existencia del Restaurante Ekaterina, uno de los dos restaurantes rusos que hay en Barcelona. En él, la encantadora pareja formada por Genya y Eduard ofrece los platos más típicos de Rusia.
Para preservar la autenticidad de la comida utilizan productos importados de Rusia y de países de la antigua Unión Soviética, combinados con productos de proximidad. Y por supuesto cervezas, vinos y licores rusos para los valientes.
Y un dato importante para padres: tienen una habitación llena de juguetes para que los más pequeños puedan divertirse mientras sus padres disfrutan de la comida.
Como era nuestra primera vez, Genya nos aconsejó pedir el menú degustación, compuesto de 9 platos que nos dejaron fascinados. Además tuvieron un gran detalle conmigo: como no me gusta la carne de ternera me sustituyeron algunos platos del menú que ahora os cuento.
Lo más interesante es que Eduard nos iba contando las anécdotas históricas de cada plato. Así que además de comer como reyes, salimos del restaurante sabiendo un poquito más de la historia de Rusia. Gracias Eduard, ¡eres un pozo de sabiduría!
Nuestra comida en el Restaurante Ekaterina
Antes de nada nos sirvió un chupito de vodka, indicando que debíamos beberlo a lo largo de la comida. Estos rusos… ¡empiezan fuerte! Al parecer es una tradición básica en este restaurante ruso en Barcelona.
El primer plato fue una bandeja con encurtidos variados, que al contrario que aquí, no se elaboran con vinagre de vino. Por eso su sabor es mucho más suave y dejan más protagonismo a las especias. Vinieron acompañados de una cestita con pan de centeno y comino, y pan de centeno y cilantro. ¡Una delicia traída de Lituania!
El otro plato de la imagen inferior se llama «Salo», y es un plato de tocino con pan negro y salsa de rábano picante. Hay que hacer un montadito con los ingredientes y comérselo como una pequeña tapa.
Después llegaron los blinis (de lo poco que conocía de la gastronomía rusa), una especie de crepes muy versátiles que se sirven con diferentes rellenos. Son típicos de países como Ucrania, Rusia o Polonia. Estos venían acompañados de huevas de salmón y una crema agria deliciosa, que tienes que colocar dentro del crepe, lo doblas y ¡a comer!
Como estábamos en un ruso, no podía faltar «Olivie», la verdadera ensaladilla rusa. Y digo verdadera porque es diferente a lo que conocemos aquí. Llevaba patata, guisantes, pepinos encurtidos, zanahoria y mortadela, todo mezclado con mayonesa. Un plato suavísimo y muy rico.
El siguiente plato fue el más curioso, por su nombre y por su historia. Se llama «arenque bajo un abrigo de piel» y simboliza la Unión Soviética y el proletariado. Es un plato hecho por capas, donde la capa superior de remolacha y zanahoria simboliza los colores de la bandera soviética. Y las capas inferiores de arenque y patata simbolizan el proletariado.
Nunca había probado el arenque, y la verdad es que tampoco tenía curiosidad, pero después de probar este plato entra en mi lista de platos a tener en cuenta. Me gustó muchísimo, y el sabor fuerte del arenque combinaba a la perfección con el resto de ingredientes. Imprescindible pedirlo, de verdad.
Cambio de texturas con el siguiente plato, que fue la sopa de remolacha «Borsch», elaborada con remolacha, zanahoria y carne de ternera. A mí me trajeron, en su lugar, una deliciosísima crema de champiñones, de la que no dejé ni una gota.
En dos pequeñas tarteritas llegaron los siguientes platos: unos raviolis de pollo para mí, y unos raviolis de ternera para mi acompañante. Totalmente caseros y muy jugosos.
Estábamos más que llenos, pero aún quedaban cosas por probar. Llegó el famoso plato del «filete Strogonoff» con puré de patata y un filete ruso de pescado para mí.
Como curiosidad, Eduard nos contó que nunca veríamos un filete Strogonoff servido con arroz, porque debido a la enemistad entre Rusia y China, el arroz no formaba parte de la gastronomía rusa. Únicamente se suele servir como plato en los funerales, el llamado «arroz plov».
Y por fin el postre. Íbamos a pedir uno para compartir, pero Eduard ya llegaba con dos tartas en las manos, y menos mal. Me alegro de haber probado las dos, porque estaban increíblemente buenas.
La primera que veis es la tarta Napoleón, que se elaboró en 1912 para conmemorar el centenario de su salida de Moscú. Creo que es una de las tartas más ricas que he probado y pese a su aspecto, no se parece en nada a una milhoja. Es mucho más delicada y cremosa.
La segunda es la tarta Medovik, una tarta de miel elaborada para la emperatriz Ekaterina. Curiosamente, a esta emperatriz no lo gustaba la miel, pero el chef que la elaboró no lo sabía. Aún así, a Ekaterina le encantó y fue todo un triunfo para el chef.
Hasta los más comilones quedarán muy satisfechos con este impresionante menú degustación, que por 30 € te permite probar los platos más típicos de la gastronomía rusa. De verdad os recomiendo que lo pidáis, porque vais a probar cosas que a lo mejor pidiendo de carta no pediríais.
Si preferís pedir de carta los precios son muy asequibles en este restaurante ruso en Barcelona. También tienen menú del día por 12,95 € que incluye primero, segundo y postre.
Una maravilla de restaurante ruso, que tenéis que tener muy en cuenta la próxima vez que os apetezca comer fuera y probar algo diferente. Genya y Eduard se merecen que les vaya bien, porque además de ofrecer una comida de mucha calidad, ponen todo su cariño en lo que hacen. Y lo transmiten. Probad su comida y luego me contáis : )
Vídeo de la comida en el Restaurante ruso Ekaterina
En este vídeo os cuento todo sobre la maravillosa comida que disfrutamos en este restaurante ruso en Barcelona. ¡Todo un descubrimiento!