Los que me conozcáis un poco sabéis que no nací demasiado «carnívora», soy más de verduras y pescado. Por eso doy gracias a que la vida me llevara hasta Galicia, donde uno puede probar una buena merluza sin tener que dejarse un riñón por ello. Podría vivir perfectamente sin casi ningún tipo de carne, pero uno de esos «casi» es la paletilla de lechazo que he comido desde pequeña en mis veranos en León. Puede que sea porque mi madre es leonesa y como dicen que todo se hereda, la genética guardó para mi ese gusto por el plato estrella de su gastronomía.

A algunos les extraña que me guste, porque la carne de cordero tiene un sabor fuerte y marcado, de esas que odias o amas; el caso es que me lanzo a un plato de lechazo cual lobo a su presa. Cuando iba en verano a comer a algún restaurante de la ciudad, ni miraba la carta; si había lechazo de segundo, todo arreglado, el resto de opciones se hacían invisibles.

Uno de los mejores restaurantes de León para comer paletilla de lechazo al horno es el Nuevo Racimo de Oro, situado en la concurrida Plaza San Martín, en el centro de la zona vieja o «barrio húmedo», que es como se le conoce popularmente. Eso de húmedo no sé de dónde viene, pero si se refiere al vino es un nombre plenamente acertado porque aquí los bares de vinos tienen un riego constante, sólo hace falta ver lo difícil que es encontrar sitio a determinadas horas en cualquier taberna.

La carta del restaurante Nuevo Racimo de Oro apuesta por los productos autóctonos y la cocina tradicional leonesa. Fuerte presencia de embutidos y quesos en los entrantes: cecina, morcilla frita, quesos e incluso chorizo de elaboración propia; pero además ofrecen platos diferentes, como el carpaccio de bacalao ahumado con naranja, aceituna negra y pimentón, el hojaldre de puerros y langostinos con salsa americana o las berenjenas rellenas al horno. También tienen ensaladas, sopas y potajes, porque aquí el invierno es duro y un plato caliente bien se agradece.

Pero lo realmente bueno viene con los segundos platos. El primero que aparece en la carta es el lechazo al horno con patatas y pimientos guisados, lo que hace que yo ya no lea el resto de la lista. Pero hay opciones para todos los gustos, como el entrecot de ternera al «Cabrales», el solomillo «RACIMO» con micuit de foie y aceite de trufa, el secreto de cerdo ibérico con vinagreta de miel… También hay pescados como la merluza del pincho rellena de marisco o la trucha «Racimo» en escabeche templado, pero en León es mejor dejarse llevar por nuestros institutos más carnívoros.

Los postres no desmerecen para nada a resto de la comida. La mayoría de los postres son caseros, como el arroz con leche, que no está nada mal o la tarta de queso con compota de manzana, muy cremosa y cubierta con una rica salsa de caramelo. También tienen empanadillas caseras dulces, flan o Tarta de San Marcos, un postre muy típico en León y que se puede encontrar en la gran mayoría de restaurantes; eso sí, dar con una realmente buena ya es otro cantar…

Y diréis… siendo el «Nuevo Racimo de Oro» tendrá buenos vinos, ¿no? Pues sí, de hecho la planta baja, con su bodega del siglo XII, está destinada a vinos y tapeo mientras que el primer piso es el restaurante, para aquellos que quieran comer bien y busquen algo más que subir el colorete de sus mejillas.

Es un restaurante de los de toda la vida, ya que antes existió el primer «Racimo de Oro», que estaba en la misma plaza pero en un local de alquiler. Después, los dueños compraron una casa en la plaza y trasladaron el restaurante, así nació el Nuevo Racimo de Oro; pero han seguido manteniendo una decoración rústica muy acogedora, con sus techos con vigas de madera y paredes de piedra vista.

Leí alguna crítica sobre este y otros restaurantes de León de personas que se quejan porque las raciones son demasiado grandes… ¿Perdón? ¿Desde cuándo una ración es «demasiado grande»? Si hay cantidad y se trata de buena comida, mejor ¿no? Aunque es cierto que hay mucho gourmet amante del minimalismo gastronómico…

Pero aquí las grandes cantidades no sacrifican la excelente calidad de las materias primas. Y si sobra mucha comida, pedimos un tupper y listo, como hacen en EEUU, donde es algo habitual. Si les copiamos en hacer versiones «in spanish» de sus malos programas de tele, ¿por qué no adoptar también sus buenas costumbres?

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Restaurante Nuevo Racimo de Oro

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