ACTUALIZACIÓN: ESTE RESTAURANTE HA CERRADO.

Mónica, la dueña de Ratatouille, viene con un bote de mermelada casera entre las manos. Es de mora, con un color intenso y un aspecto totalmente artesano, porque lo es. La pone en la mesa y dice: «es una mermelada nueva, pruébala y a ver si te gusta». El botecito de cristal es un regalo, porque mi hermano Óscar es un fiel de este restaurante coruñés, al que muchas veces viene a comer el menú del día. Así de majos y generosos son Mónica y su marido Frank, el chef que hace maravillas en la cocina.

Adoro la comida gallega y aprovecho siempre que puedo para probarla cuando vuelvo a mi tierra natal. Pero este restaurante tira mucho y sus platos siempre consiguen que cuando estoy a Coruña, ir a comer a Ratatouille siempre sea mi primera opción. Es uno de mis restaurantes favoritos sin ningún tipo de duda, porque lo tiene todo: una comida exquisita y variada, un precio increíblemente bueno para la calidad de sus platos y sus dueños son encantadores. Para mí, el Ratatouille es de los mejores restaurantes de la ciudad.

El Bistrot Ratatouille es un restaurante de cocina francesa de autor, donde la comida se sirve con cariño, con cuidado y sorprende tanto a la vista como al paladar. Su carta posee el toque especial de la comida francesa, con elaboradas salsas, una fuerte presencia de los quesos, el foie y un toque gallego en algunos de sus platos.

He ido unas cuantas veces al Bistrot Ratatouille y siempre salgo más encantada que la vez anterior. Además tiene menú del día de lunes a viernes, un menú para comer como un rey, nada de patatas fritas con San Jacobos ni fritangas varias. Por 9,80€ puedes elegir entre dos primeros, dos segundos y postre, con nombres tan sugerentes como los Raviolis de requesón y rúcula con salsa de tomate y berenjena confitada, las milanesas a la mostaza a l’ancienne o el Vol au vent de ratatouille con chorizo.

Pero si de verdad quieres disfrutar de todo lo que puede ofrecer el Bistrot Ratatouille es mejor comer de carta. Sus entrantes son deliciosos y se pueden pedir como «tapa» o como ración, que trae más cantidad. Muy recomendables las empanadillas de brie con nueces o las croquetas de pollo y curry. Para los amantes del foie (yo no lo soporto), he oído hablar muy bien de su foie gras con dulce de manzana y siempre nos queda la opción sana, las ensaladas. Son diferentes y muy sabrosas.

Como plato principal, la elección se hace todavía más difícil. Cada plato suena mejor que el anterior y recuerdo que la primera vez que fui a comer al Ratatouille me costó un mundo decidir qué pedir. Para mi gusto recomiendo los raviolis con salsa trompetas de la muerte o el Croute Savoyarde, una especialidad de los Alpes que se elabora con pan, vino blanco, jamón serrano, cebolla, tomate, nata y queso raclette; todo ello colocado en una fuente que viene hirviendo directamente del horno. Y para los «carnívoros», el secreto de ibérico de bellota con patatas o el «boeuf bourguignon», que es un guiso de ternera con vino tinto, aromatizado con cebolla, ajos, zanahorias y otros ingredientes.

De postre, he probado varios, como su rica tarta de queso casera o el pudding de manzana, aunque la primera vez que fui mi hermano no me dejó pedir otra cosa que no fuese el moulleaux de chocolate (más conocido como coulant) que estaba increíblemente bueno. A raíz de probarlo en el Ratatouille nos aficionamos en casa a intentar cocinar algo parecido y he de decir que el resultado no estuvo mal del todo, aunque para llegar al nivel del chef, todavía nos queda bastante.

Es una lástima que me quede tan lejos de Barcelona, aunque en mis vacaciones volveré a Galicia y podré disfrutar de nuevo del Ratatouille, un restaurante que no me cansaré de recomendar. Su comida bien lo merece y sus dueños todavía más. Un 10 para este sitio que nos recuerda que con ingredientes sencillos se pueden hacer platos que son pura poesía para el paladar.

Por cierto, para que veáis, estas dos fotos de debajo son del menú del día, de 9,80 €. ¿Increíblemente apetecible, no?

Bistrot Ratatouille

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