Amanece en O Porriño, un pequeño pueblo gallego de la provincia de Pontevedra. Apenas ha salido el sol y el horno de leña de Argibay ya está en pleno funcionamiento, cocinando en su interior el delicioso pan que se pondrá a la venta por la mañana. Es el pan tradicional de este pueblo, de aspecto rústico, corteza semi-dura y con una miga suavemente esponjosa.

Con la Panadería Argibay mantengo una relación casi familiar, en mi casa llevamos comprando aquí el pan toda la vida. Somos fieles a sus bollas y barras hechas en horno de leña, porque ellos han sido fieles a mantener la elaboración tradicional y seguir haciendo un pan con sabor.  Ya quedan pocos panes artesanos como estos.

La familia Argibay elabora el pan como antes, «o pan do forno vello», como le llaman ellos. Y tan viejo, porque este horno data del siglo XIX, hace casi 200 años.  El resultado es un pan que pesa, muy sabroso, crujiente y de miga mullida, nada de «pan chicle» como venden en otros sitios. Probablemente sea de los pocos panes de Galicia que se sigue cociendo en horno de leña al modo tradicional.

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Me encanta entrar en Argibay y encontrarme con sus estanterías de madera llenas de pan, sus bizcochos y ver a Jose Antonio y a su mujer, que cuando les voy a saludar con un beso me dejan una huella de harina en la cara.

Su delicioso pan «do forno vello» se vende en bollas y barras de varios tamaños, que van desde los 250 gramos la más pequeña hasta las bollas de 2 kilos, que alimentan a media familia.
 Pero además también hacen pan de millo (de maíz), pan de centeno y por supuesto ¡empanada gallega!

Además de pan el dulce también tienen su espacio en esta panadería, desde hace ya tiempo elaboran bizcochos, esponjosos besitos de coco y bica gallega, un bizcocho típico de Galicia, que recomiendo encarecidamente. Aquí hacen una bica buenísima, con un toque muy ligero a canela que la hace diferente a las demás. Además también elaboran unas magdalenas buenísimas, empanadillas y croissants.

Hace poco el hijo mayor de la familia regresó a Galicia tras trabajar con el prestigioso repostero japonés Takashi Ochiai en Barcelona. Desde entonces en Argibay se venden dulces todavía más ricos, que son los culpables de que en mi casa sea imposible hacer dieta: magdalenas de nata caseras, panettone hecho con masa madre, brazo de gitano, pasteles…

Sólo digo que me hice tan adicta a su panettone que un día le pedí a mis padres que me enviasen uno a Barcelona por correo. Es el mejor que he probado, sin duda, incluso más rico que el que hace mi madre (lo siento mamá, ¡pero sé que tú opinas lo mismo!).

Este verano probé dos dulces nuevos que me fascinaron: los financieros de almendra (pastelitos esponjosos con textura de bizcocho) y las magdalenas de té verde. Creo que el té verde es un ingrediente difícil y hay que saber combinarlo bien, pero estas magdalenas son riquísimas.

De verdad si pasáis por O Porriño haced una visita a la Panadería Argibay o también podéis comprar su pan en el Mercado del Calvario en Vigo, donde tienen un despacho de pan.

Sus productos merecen la pena, tienen un precio estupendo y toda la familia te atiende siempre sonriendo, son encantadores. Les tengo mucho cariño y siempre que vuelvo a Galicia voy varias veces, no cambiaría por nada su pan y sus dulces. ¡Espero que sigan así muchos años!

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Panadería Argibay

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