No es una pastelería, ni una tienda de caramelos, pero es uno de los lugares más azucarados de Barcelona. Desde que se inauguró en el año 2000, el Museo del Chocolate de Barcelona expone verdaderas obras de «arte comestible», como el increíble tren que veis en la imagen de arriba.
Pero antes de que el chocolate fuese tableta pasó por muchas aventuras, que se retratan en el museo a modo de recorrido histórico: desde sus orígenes aztecas o su consumo como bebida picante, hasta su transformación en alimento dulce y su importancia en el mundo de la repostería.
En mi visita descubrí por ejemplo que para fabricar el chocolate hacen falta tres máquinas: la torrefactora, la trituradora y la mezcladora, responsables que un producto tan amargo como es el cacao se transforme en algo tan delicioso como el chocolate.
Sin duda, lo que atrae más flashes es la muestra de figuras creadas con chocolate: paisajes, figuras como la del carro romano que veis arriba, retratos de músicos o actores hechos en chocolate, y una buena representación de personajes de cómic, como Astérix y Obélix, Lucky Lucke, los Pitufos o Tom y Jerry.
También llama la atención una perfecta escultura en honor a Copito de Nieve, o algún monumento emblemático de Barcelona, como la Sagrada Familia, la recreación de obras de Gaudí e incluso las paradas de Bicing (servicio público de bicicletas de la ciudad), todo ello recreado con el chocolate como materia prima y con un nivel de perfección impresionante.
Fueron los maestros chocolateros y pasteleros de Cataluña quienes pensaron en crear el museo para convertirlo en tarjeta de presentación del gremio. Así comenzó la rehabilitación del antiguo Convento de Sant Agustí, que hoy ocupa el Museo del Chocolate de Barcelona y que es frecuentado por turistas y grupos de colegios, ¡que al fin y al cabo serán los futuros clientes de las pastelerías de la ciudad!
Pero además de exposición, el museo alberga un sinfín de actividades para grandes y pequeños. Talleres de pastelería para adultos, maridajes sensoriales que combinan música en directo con degustación de chocolate e incluso una cata de chocolate (un auténtico sueño para algunos) en donde te enseñan a distinguir diferentes variedades, ya sea en estado sólido o líquido.
Y para los niños hay talleres de cocina y talleres de dibujo con chocolate, en los que seguro que los pinceles ¡quedan más que relamidos!
Si te ha gustado este artículo, compártelo con tus amigos en las redes sociales. ¡Gracias!
Me daría pena comérmelos, pero la gula podría… seguro.
Quiero que vengas a probar la experiencia del chocolate efímero: a ver si que te parece!