Con ese nombre tan cariñoso el Restaurante Bicos ya me había llamado la atención. «Bicos» significa «besos» en gallego, una palabra tan dulce y bonita con la que me entra la morriña total… Había reservado en este restaurante gallego con muchas expectativas, después de investigar su Instagram y ver la pinta de los platos.
Al entrar, nos recibió Marta con una gran sonrisa indicándonos que nos habían reservado una mesa en la esquina del bonito sofá del restaurante. Me encantan las mesitas en los rincones, así que era el sitio perfecto.
Y además ya se sabe, que cuando empiezas a hablar con gente de tu tierra se genera una conexión diferente y empiezas a exaltar todo lo maravilloso que tiene como si fuera el mejor lugar del mundo (que en este caso, Galicia lo es). Qué os voy a contar yo… : )
Después de explicarnos la carta de Bicos y ofrecernos algunas recomendaciones, elegimos con muchas dudas, porque todo nos apetecía. Tiramos por lo más tradicional de Galicia, dos platos típicos que adoro: la empanada del día, que era de zamburiñas, y el pulpo a la gallega.
La empanada estaba deliciosa, jugosa, sabrosísima, con una masa fina que dejaba el protagonismo al relleno de zamburiñas y cebollita pochada. Y el pulpo, de los mejores que he probado en Barcelona, cocción en su punto y bien de aceite y pimentón. ¡La comida en Bicos Restaurant empezaba con buen pie!
Como principales pedimos la brocheta de merluza y vieiras con verduras salteadas y la carrillera de ternera a fuego lento con patata, boletus y castañas. Como verás en las fotos la pinta de los dos platos es estupenda, y el sabor también, ya te lo digo yo : )
De postre no tuve ninguna duda desde que leí «leche frita» en la carta. Es uno de mis postres favoritos y hay muy pocos sitios en donde se pueda encontrar. Yo suelo hacerlo casero, pero es muy laborioso y hay que cogerle la práctica para que quede en su punto. Esta leche frita de Bicos me encantó.
Estaba un poco calentita y contrastaba con el frío del helado de vainilla que llevaba encima. Aunque a mí me gusta comer las dos cosas por separado, porque la leche frita se puede servir sola y creo que es así como se saborea mejor (recomendación de gallega de pro).
Después de hablar con Marta (que nos presentó al chef del restaurante, Edu) e intercambiar «gallegadas» varias, nos trajo por sorpresa una «cañita de Carballiño». Es un dulce típico de ese pueblo que consiste en una masa con un toque de anís rellena de crema. ¡Una delicia!
Y por si fuera poco, la invitación continuó con unos chupitos para recordarme que los licores gallegos son un peligro y que algunos se beben demasiado fácil. Como la crema de orujo y la crema de chocolate con cerezas que nos sirvó. ¡Si nunca las has probado tienes que pedirlas! Y tranquilo, es normal que después de un vasito te apetezca otro, y otro, y un poquito más…
En resumen, que he quedado enamorada de Bicos, un restaurante gallego al que pienso volver muchas veces y muy pronto. Y así nos despedimos de Marta, a quien le iba a estrechar la mano (en estas situaciones nunca sé si dar la mano o un beso), y ella va y me dice, «un besiño, que aquí somos más de bicos». Desde luego, se ve que ella y su equipo han puesto todo el amor en este lugar. En serio, tenéis que probarlo.
Me encantó el Bicos! Estaba todo buenísimo, y se notaba un sabor auténtico de verdad. Hay que repetir pronto!