En España no hay mucha tradición de crepes, supongo que porque tenemos demasiado arraigado el bocadillo de jamón o las empanadillas, aunque en realidad no tengan nada que ver. Quizá por eso no acabo de considerar una crêpe como una comida en sí, lo veo más como un entrante o un postre.
Ése es el motivo por el que no suelo pisar muchas creperías a pesar de que los crêpes me gusten. Pero tras leer buenas críticas sobre la Crepería 3 pommes pensé que debía darle una oportunidad. Fue difícil encontrar el día para ir, porque sólo abren de lunes a sábado de 20 a 24 horas. Estos franceses sí que saben, abrir una crepería cuatro horitas al día es vivir como un rey. Y parece que les va bien porque aunque vayas entre semana hay bastantes mesas ocupadas.
La comida del 3 pommes
No soy muy fan de la comida francesa en general, abusan de la mantequilla y yo estoy demasiado acostumbrada al aceite de oliva, nuestro tesoro dorado que da sabor a los platos sin dejar esa sensación mantecosa. Por suerte las crêpes no resultan nada grasientos y la variedad de rellenos que permiten puede satisfacer a cualquier estómago.
En esta auténtica creperie francesa sirven galettes (crepes saladas) hechas de harina de sarraceno, aptas para celíacos, en infinitas variaciones. También crepes dulces de harina de trigo, elaboradas siguiendo el método tradicional.
Se echa de menos algo más de variedad en los entrantes. Hay ensaladas variadas, tablas de queso y patés franceses como el “paté de campagne” o el clásico queso camembert de Normandie. Pero fuera de eso, nada más. Nosotros pedimos una ensalada de queso azul y nueces que estaba de rechupete, eso sí.
Como plato principal, la variedad de crepes es impresionante. En la propia carta te guían para facilitarte la elección, empezando por las crepes más tradicionales como la de jamón y queso, hasta las especialidades de la casa como la de estofado de pollo a la sidra o la de puerros, jamón york, emmental, crema de leche y albahaca. También hay crepes de influencia catalana como la de butifarra de pagés con champiñones y mostaza; o crepes vegetarianas. Y si ninguna te acaba de convencer te puedes crear tu propia crepe con los ingredientes que quieras.
De postre, pedimos la crepe rellena de crema de castañas y cubierta de chocolate y nata, que estaba deliciosa. También las hay rellenas de dulce de leche, acompañadas de helado y nada o crepes flambeadas con Grand Marnier.
Para acompañar la cena recomiendan un brut bouché, sidra francesa que les envían desde Normandía.
El local
El rojo pasión de su fachada va a tono con el logo de esta creperie, 3 manzanitas en un plato con un toque estético a lo “Amelie”. El local es pequeño y muy acogedor, tan sólo unas diez mesas cubiertas con manteles de color rojo rojos.
Las paredes están decoradas hasta el más mínimo detalle, con un gran árbol con manzanas pintado en un lateral. Y para completar esta alegre atmósfera, la música de estilo francés con canciones de Edith Piaff hace el resto. ¡Bienvenidos a Francia sin haber salido de Barcelona!
La atención es muy buena y la dueña del local fue sonriente y muy amable. Quizá el acento francés ayude. La única pega es que el horario de esta creperie es muy reducido, sólo abren para cenar, de 20 a 24 horas todos los días menos el domingo.
Creo que son los mejores crepes que he probado! O no, tendremos que volver para confirmarlo 🙂
¡Guau!
Tiene una pinta genial.
Yo creo que el problema es que relacionamos las crêpes con postre y sabemos que es algo goloso y que no deberíamos tomarlas muy a menudo. Pero vamos, que yo una vez a la semana sí que me pasaría por aquí 😉
Saludos!
Hola Andrea! Muchas gracias por tu comentario! Creo que tienes razón, oímos crepe y ya lo asociamos con las crepes de nutella, chocolate o algo dulce. Pero hay todo un mundo alrededor de las crepes. Este sitio te encantaría! Un saludo! 🙂